Desde el siglo XVI la presencia de habitantes negros en las ciudades andaluzas, Cádiz y Sevilla, Huelva es debida a su llegada, desde las tierras americanas como consecuencia del comercio entre España y las colonias.
Alrededor del 20% de la población de Cádiz era negra. En las ciudades andaluzas que tenían puerto de mar la población negra y esclava alcanzó el 10%.Había gran presencia de ellos en Málaga. En Sevilla se llegaron a reunir a seis mil personas durante el siglo XVI. En Sanlúcar de Barrameda aproximadamente la mitad de la población era negra. En total de cada mil habitantes, 420 eran de origen negro en Sanlúcar.
En Andalucía, que según censos de principios del XVII era de 1.400. 000 almas, la población morisca que permaneció representaría entre un 8 y un 13%: una minoría bastante importante.
En La Habana, la principal ciudad española del Caribe, las tascas y garitos reunían a aquellos negros desnaturalizados y entremezclados que ejecutaban sus viejas danzas rituales y festivas que, a falta de su contexto social originario, se iban frivolizando hasta convertirse en manifestaciones y bailes de jolgorio.
Cuando llegaban a los puertos andaluces estos bailes, causaban furor entre los vecinos de los arrabales donde habitaba la marinería, este fenómeno se repetía entre la clase media-alta, generalmente después de que lo adoptaran las gentes del teatro, que se dedicaban a pulirlo hasta convertirlo en insinuación y picardía lo que antes era desenfreno y procacidad. Salían de África como éxtasis en las danzas de la fertilidad y se transformaban en América en simples bailes de contenido sexual y, cuando llegaban a Europa acababan metamorfoseándose en bailes académicos.
Como el número de esclavos negros venían en su mayor parte de la costa occidental africana, y más en especialmente del Golfo de Guinea y de la cuenca del Zaire, todos esos bailes llegados a Sevilla y Cádiz, unas veces a través de Lisboa y otras desde el Caribe, provenían de una misma familia musical común que fue desarrollándose en las colonias caribeñas a lo largo de los primeros tiempos de la conquista y en ello la contribución africana fue considerable.
Las autoridades religiosas juntamente con los guardianes de la moral y las gentes fundamentalistas (“hay rasgos de personalidad que son más propensos al fundamentalismo, como las personas con pensamiento dogmático y rígido, con resistencia a lo nuevo y a lo diferente” Miguel Pastorino) diferenciaban los bailes antiguos (los heredados de la tradición medieval europea) que consideraban aceptables, y estos modernos, desenfrenados y voluptuosos, a los que solían calificar como inaceptables. Sus características lascivas y lúbricas provenían de que en su mayoría tenían su origen en danzas de la fertilidad o en ritos de aparejamiento juvenil, donde las alusiones al coito eran fundamentales para asegurar el futuro de la comunidad.
El período de tiempo que va desde la mitad del siglo XVI hasta comienzos del XIX verá aparecer, uno detrás de otro, desbancando, los nuevos y recién llegados cantos y bailes, a los viejos y pasados de moda. Al principio lo harán, con manos y pies, negras y mulatas, que después serán adoptados y adaptados por los indianos. Cuando hubo individuos negros fueron interpretados por negros pero cuando éstos escaseaban, solían subirse a los tablados, de mano de blancos maquillados o de gitanos profesionalizados. Esta es la razón por la que se han conservado muchas de sus características interpretativas que han sobrevivido en algunos bailes festeros flamencos. Por ejemplo los principales:
La Zarabanda:
Su nombre, femenino, deriva de una diosa/demonio bantú, la diosa de la fertilidad llamada Sarabanda (1), Leonardo Acosta, musicólogo cubano, defiende que los principales bailes carnavalescos afrocubanos son de procedencia bantú.
(1) El término bantú se refiere a cualquier individuo perteneciente a los más de 400 grupos étnicos de pueblos melanoafricanos, que hablan lenguas bantúes y que viven al sur de una línea que va desde Duala (Camerún) hasta la desembocadura del Yuba (Somalia).
Sarabanda (Zarabanda, Rompe Monte) – deidad del trabajo y la fuerza. Asociado con San Pedro.
(2) La jácara es uno de los géneros satíricos que se representaban en el entreacto de las comedias del Siglo de Oro español, en forma de romance octosílabo.
Este baile alcanzó popularidad en los siglos XVI-XVII. En 1558 apareció publicada la jácara (1) “La vida de la Zarabanda, ramera pública de Guyacán” en ella aparece la primera referencia escrita. Unas décadas después, por 1620, se considera que estaba pasada de moda y se imponían las seguidillas. La zarabanda es perfeccionada y su ritmo es modulado convirtiéndose en un baile elegante que se difundirá incluso por Italia y Francia y tendrá éxito entre las altas esferas sociales de estos países.
Al principio era un baile entre un hombre y una mujer (que a veces era hombre caracterizado de mujer) y en la Regla Conga (Conocida también como Mayombe, esta Regla fue el resultado inicial de la transculturación de los credos bantúes a la sociedad cubana, en la que surgieron con la iniciación de los criollos otras vertientes como la Imbisa y la Brillumba, hasta llegar a la Kimbisa del Santo Cristo del Buen Viaje, organizada en el siglo XIX por Andrés Facundo de los Dolores Petit.) hay un conjuro que muestra su compás ternario:
Voz: Sarabanda me da
Coro: Mi Sarabanda para curá
Voz: Sarabanda me va
Coro: Mi Sarabanda para curá
Voz: Sarabanda me verá
Coro: Mi Sarabanda para curá
Luis Briceño musicó este canto con la guitarra
¡Andalo, Zarabanda!
Que el amor te lo manda, manda.
Kurt Sachs escribió libros acerca de ritmo, de la danza y de los instrumentos musicales. Su libro La historia de los instrumentos es uno de los más significativos en este ámbito. Definió la Zarabanda como una pantomima sexual en compás de 3×4. En el siglo XVIII pierde actualidad pero la seguirán bailando los gitanos.
Zambra :
Es un palo flamenco bailable con raíces folclóricas cuyo acompañamiento de guitarra es como el de los tangos-tientos, con aire pausado, solemne y monótono.
Como baile está configurado por la alboreá, la cachucha y la mosca, componentes de momentos diferentes de una boda gitana.
Es un palo originado de las Cuevas del Sacromonte de Granada. Las zambras más famosas son las conocidas La salvaora y La niña de fuego, interpretadas por Manolo Caracol y .
Bajo el nombre de zambra se conocen en la música andaluza dos estilos. En primer lugar una modalidad de tangos que se interpreta en el ritual homónimo que celebran los gitanos del Sacromonte granadino, y el estilo teatral forjado por Manolo Caracol al que quiso denominar de tal modo.
El nombre puede derivar de las palabras árabes zamra (flauta) o zamara (músicos), y suele aparecer en la literatura del XVII y XVIII junto a géneros como
el zapateado, la zarabanda y el fandango, así como modalidad propia de los moriscos de Granada.
La Gayumba o Cachumba:
Apareció en el siglo XVII en las América. Es uno de los bailes más principales de la escuela bolera. Se escribirse, normalmente, en compás de 3×8 y consta musicalmente de introducción, copla y estribillo que es lo que la caracteriza: ‘la cachucha de mi padre, es más grande que la mía’, refiriéndose a un gorro que con este nombre se usaba en el sur de España.
Narciso Paz, guitarrista y compositor que en 1799 era niño del coro de la catedral de Valladolid, la consideró de origen americano incluyéndola en su cancionero con esta letra:
Tengo yo un cachucha,
en que navego de noche,
y en tocándola los remos,
parece que voy en coche,
vámonos china del alma,
vámonos a Portugal,
que para pasar trabajos,
lo mismo da aquí que allá.
La cachucha el zorongo y el cachirulo, son bailes boleros muy extendidos.
En el siglo XIX aparece como ‘boleras de la cachucha’, e incluso ‘boleras intermediadas de la cachucha’.
Fanny Elssler la interpretó como parte de ‘Le Diable boiteux’ en Londres en 1827. Se integró totalmente en los ballets románticos como elemento exótico.
Hoy sobrevive como parte del ritual que se celebra en las zambras del Sacromonte. Es bailado por dos mujeres por lo común. Uno de sus pasos obliga a arrodillarse al bailaor, y que simboliza el acto en que el novio solicita el perdón a los padres de la novia debido al rapto de que ha sido objeto ella, según la costumbre gitana. Bailan todas las parejas formando rueda alrededor de los novios. No se sabe a qué se debe que la zambra haya adoptado, baile gaditano de claro eco trasatlántico, que, igual que las alegrías, viene de los tiempos de la invasión francesa, pero sus coplas en nunca aluden al ritual de la Zambra.
En el abrupto cambio del siglo XVIII al XIX (Revolución Francesa, Guerras Napoleónicas, emancipación de las colonias) el panorama musical andaluz cambiará para siempre, así la tradición popular de origen africano es dejada a un lado pero el gusto galante se conservará, aunque marginalmente, en los arrabales y gitanerías de las ciudades andaluzas (Triana, Cádiz, Jerez, Utrera…), y, en especial el baile, será parte importante del sustrato flamenco.
Y es en Granada: Los gitanos empiezan a aflamencar la alboreá. Las zambras gitanas, se cambiando con un compás de soleá por bulerías y jaleos o tangos.
Los tres cantes de la boda gitana son las cachuchas las moscas y la alboreá, se conocen como zambra granadina. En ellas se utiliza un estilo de melodía silábico, en que a cada sílaba se le aplica una nota musical.
De América también vienen los tangos Con los tangos comienza una nueva faceta de la expresión rítmica del flamenco. Un género nuevo que se expresa en compás ternario. De las formas de ritmo binario, antillanos, sazonándolos con caracteres de carácter moruno. El patrón de tango o habanera, se dice que proviene de las contradanzas que vinieron de América a lo largo del siglo XVIII. Se ha dicho que los franceses llegados en su huída de llevaron a Cuba el tango.
Hoy se cree, más bien, que fueron los esclavos negros de Santiago de Cuba fueron los que comenzaron a desarrollar el patrón, trasladándolo a La Habana, ultimando su forma en los inicios del siglo XIX, extendiéndose como una mancha de aceite por todo Occidente. Primero llegó desde la capital americana a la ciudad española, Cádiz, como tango americano, y comenzóa difundirse como uno de los números de las zarzuelas. Uno de los más antiguos, “Tango de la Limoná” dice:
‘Usted no es ná, usté no es ná, usté no es chicha, ni limoná’.
Cuando el tema es romántico se llama habanera, y si la versión es jocosa, se llama tango. Este tipo de canciones dieron lugar al tango de Cádiz, su versión lenta. a los tientos y a los tangos flamencos, y a todos sus derivados. Su origen es así afrocubano, y el subfijo ‘-ango’ (presente como puede verse también en fandango) lo emparenta etimológicamente con géneros de la música afroamericana. El tango congo de las zarzuelas demuestra cómo pudo sonar aquel primer tango cubano. El tango congo de la zarzuela cubana ‘Cecilia Valdés’ de Gonzalo Roig, del año de 1932, nos da idea de la recreación de los primitivos tangos cubanos.
A quienes despuntaban con el tango preflamenco se le llamó tanguero y tanguera. A finales del siglo XIX y principios del XX, existieron artistas que no cantaban otra cosa, se les consideraba pseudo-flamencos, el tango no era incluido dentro del flamenco en aquel entonces.
Una generación de de artistas fue quien crearía el repertorio de gran parte de los tangos flamencos, introduciéndolos en el flamenco, en la forma del tango gaditano, más lento.
Entre los pioneros destacan Enrique El Mellizo, Manuel Torre o Pastora Pavón ‘Niña de los Peines’ que en los cafés cantantes de su época cantaba algunos como aquel con el que adquirió su nombre artístico:
Peínate con mis peines
que mis peines son de azúcar,
quien con mis peines se peina,
hasta los dedos se chupa.
Existen muchos tipos de tangos flamencos: los tangos de Cádiz, los tangos de Triana, los tangos de Jérez, los tangos de Granada, los tangos de Málaga y los tangos extremeños. La familia de los tangos comprende:
Garrotín
Tientos
Marianas
Tanguillos
Son de estilo métrico: binario.
Del tango americano, se desprenden elementos que conformaron, a principios del siglo 20 los tangos flamencos, los tientos, el garrotín o la farruca, en la mariana o el zapateado.
Palos como las rumbas, las colombianas o las milongas, se encuentran bajo el área de influencia del tango también.
Todos ellos adoptaron el ritmo binario y la métrica (1) del tango y se convierten en géneros flamencos poseyendo una n identidad propia.
Un cante ejecutado en 4/4 , que puede hacerse en cualquiera de las tonalidades.
Los primeros intérpretes conocidos de tango flamenco fueron El Mellizo y Aurelio Sellés en Cádiz, Pastora Pavón y El Titi en Sevilla, Frijones y El Mojama en Jerez, y La Pirula, La Repompa , y el Piyayo en y Cádiz.
En Cádiz toma la forma definitiva como género musical y estuvieron implicados en la creación de su versión flamenca Enrique el Mellizo y otros cantaores gaditanos de la época. Seguidamente el primer tango que se consideró flamenco fue el de Los tientos, un tango de Cádiz en el modo flamenco, esto fue suficiente para abrir el camino. Escuchemos a El Mochuelo un tango de los tientos. Apreciemos el aire de tanguillo en la guitarra que hace el acompañamiento.
Una cantaora importante en la evolución de los tangos flamencos fue Pastora Pavón ‘La Niña de los Peines’, célebre tanguera en sus inicios y y figura suprema en el flamenco.
(1) En tanto que el ritmo hace referencia a las duraciones de los sonidos, la métrica tiene su razón de ser en los acentos. También se relaciona con el tiempo y con los diversos parámetros de la expresión musical. Es habitual que la estructura métrica de acentos se explicite en una estructura rítmica de duraciones, pero no siempre es así. La métrica se expresa gráficamente por medio de las indicaciones de compás al comienzo de una partitura o en cualquier lugar de una composición en la que varíe el sistema métrico utilizado.
(2) Algunas teorías indican que el origen del tango flamenco ha de repartirse entre Cádiz y Sevilla , desde donde desplegó su influencia hacia Sudamérica, donde cristalizó en el posterior argentino-uruguayo o rioplatense. Otras teorías indican que el origen se ubica en el barrio negro de la Habana-Cuba en 1823 y que luego viajó a Sevilla-España. Luego de muchos años de desarrollo junto a los antiguos cantos bailables del siglo XIX, viajó hacia otros países como París, México, Nueva Orleans, Perú y Buenos Aires, donde a final del XIX comenzó a forjarse el tango porteño, el rey de los tangos.
Autor: José Luis Ruiz Castillo