El amor nos creció como los asesinatos
Raúl Zurita
Se me han roto los puentes
que escondía bajo el mantel,
las cruces rivalizan con mis molares
en el repique metálico del miedo,
cavo frente a tu puerta amaneceres
donde mi percepción reniega
y me grita que no es necesario moverse
tras el último crujido, que ya lo dijo Zurita.
Nos mueren las manos, nos lloran los huesos
se interrumpen los ríos,
y nos bautizamos en la herida final
abrigada tantas veces por la luz del cartón,
por la espada de leche, por el motín de un pirata
pequeñito, que confundió una bala
con el beso del aire, y ya no le hizo falta moverse
tras el último crujido. Zurita tenía razón.
(Del libro: “Primaria, decisiva e inaprensible” Alkaid Ediciones 2015)
Autora: Marian Raméntol